A MI ABUELO
Hola abuelito,
Sí, sé que no vas a leer esta carta. No creo que hayan computadoras o smartphones donde quieras que estés, ni siquiera los Iphones pueden llegar tan lejos. La verdad es que no tengo la más mínima idea de dónde andas. Solo sé que te has ido a un lugar mejor, un lugar en el que, estoy segura, nos volveremos a encontrar tarde o temprano.
Sabes, si me dieran a escoger un momento de mi vida para cuando me vaya «al otro mundo», escogería volver a tener 6 años para poder volverte a ver parado, usando tu camisa beige, tu pantalón marrón y tu correa y zapatos negros, en la entrada de la escuela. Recuerdas que cada vez que salía, siempre sonreía porque te veía ahí y siempre rezaba porque las clases terminen para ver tu rostro serio pero con una sonrisa debajo de ella.
Recuerdas que salía con mi mochila y cruzaba esa puerta blanca gritando: ¡abuelito!, y tomaba tu mano para ir a tu casa. Siempre te gustaba tomar el camino largo porque siempre querías hablar con tu amigo, el zapatero. Eras como una vieja cotorra con él hahaha. La verdad que jamás me he quejado porque amaba la canchita que me comprabas y amaba caminar de la mano contigo mientras saltaba y cantaba. Jamás te quejaste de mis saltos y mucho menos de mis cantos, sabes que tengo una voz chillona hahaha. Solo renegabas cuando saltaba en tu cama o cuando te fastidiaba mientras leías el periódico. Recuerdo que rompí tu cama una vez y mis primos una segunda vez, tal vez fueron más veces ya que era lo que más te enfadaba hahaha. Perdona si te hice renegar mucho, era niña y me gustaba molestarte. Tal vez vamos a reírnos y repetir eso en el otro lado.
Fue muy divertido hasta que descubriste que a mi corta edad ya era independiente, me podía mover sola de un lugar a otro. Entonces dejaste de recogerme… Sí, me hizo triste no verte afuera de mi colegio y sabía que debía ir a casa. Escogí el camino más corto, ya que el largo solo lo hacía contigo. Y te agradezco, ¿sabes por qué?, porque sino jamás hubiese descubierto de que yo podía ir sola a donde quisiera si me lo proponía. Hoy por hoy, mírame, ahora voy a todos lados y lucho por mis metas y mis sueños.
El problema de ir a todos lados, de viajar mucho últimamente, fue que cada vez te visitaba menos, perdóname por eso. Lamento no haber estado ahí para ti como tú lo estuviste para mí. Pese a eso, tú siempre tenías algo que decirme cada vez que te visitaba y eso me lo guardo para mí. Cada consejo que me diste lo tengo presente y he sido muy feliz de que me hayas podido reconocer aunque solo fuera por 5 segundos. Sabía que esos 5 segundos eran valiosos y eran un regalo.
La última vez que te vi, te di un obsequio, pequeño y sencillo, como te gusta. Pienso que escogí bien porque me diste tu mano para ponértela y entendías todo lo que decía, tus ojos me lo decían. Yo tengo una igual y la llevaré conmigo siempre porque eres parte importante en mi vida. Sé que no fue el regalo más caro, pero ya sabes que soy más de pequeñas cosas que de las grandes.
Sí, me duele saber que mientras yo estaba en el aeropuerto, lanzándome como siempre a una aventura nueva que seguramente cambiará mi vida, tú estabas en cama descansando y yéndote lentamente y no lo supe hasta que aterricé en Nueva York. Al recibir la noticia, supe -por primera vez- que se siente perder a alguien que de verdad amas y, créeme, no se compara con nada en esta vida. Lo siento por no poder estar ahí y despedirme por segunda vez, ya que lo hice la noche anterior a tu partida y aunque me haya costado el sueño, no me arrepiento de haber ido y estar ese pequeño tiempo contigo. Sin embargo, me calma saber que ahora estas en un lugar, que espero que sea el mejor, descansando y no sintiendo más dolor. Realmente deseo poder verte otra vez, sería un hermoso regalo.
Me vas hacer muchísima falta y aunque no había alguien a mi lado al recibir la noticia y me dé un fuerte abrazo, de esos que tanto me gustan, o alguien que me diga que todo estará bien, estoy aquí sonríendo y recordando nuestros bellos momentos. Es la primera vez que lloro sola en un aeropuerto, me hubiera gustado compartir mi tristeza con alguien, pero no conocía a nadie y sabes lo difícil que es para mí confiar en las personas. Era la única persona triste esperando a que la recogieran en medio de personas felices y emocionadas esperando a esa persona especial. Jamás olvidaré este día. De alguna manera, el aeropuerto pasó de ser solo el lugar donde aterrizan y despegan los aviones a algo más sentimental en mi vida, tu partida.
Por todo lo que significas y eres para mí…
Gracias abuelo, gracias por tanto. Gracias por cuidarme. Gracias por engreírme. Gracias por quererme. Gracias por aguantar mis travesuras. Gracias por aguantar mis chantajes de niña. Gracias por recogerme del colegio cada día. Gracias por aguantar cuando rompí tu cama porque me fascinaba saltar en ella. Gracias por esas sentadas en la puerta de tu casa mientras observábamos a la gente pasar. Gracias por recogerme del colegio cada día. Gracias por enseñarme a encontrar mi independencia. Gracias por enseñarme a comer canchita. Gracias por enseñarme a comer biscocho. Gracias por jugar conmigo. Gracias por tomarme de la mano. Gracias por amarme. Gracias por aguantar mi especial carácter. Gracias por confiar en mí. Gracias por tus consejos. Gracias por ser un segundo padre. Gracias por darme a mi papá y sobre todo, Gracias por ser mi abuelo.
Te amo Abuelo y dónde quiera que estés, tú sabes que es así.
Tu nieta, una de las más traviesas que seguramente has tenido.
J.G.